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Por qué me gusta tan poco el fútbol

arcoatlantico | 28 Junio, 2006 08:35

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Por qué me gusta tan poco el fútbol

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Ni tarjeta ni falta. Viceversa, falta recibida por Puyol,

que supuso el segundo gol de Francia.

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Por qué me gusta tan poco el fútbol

Las arbitrariedades o injusticia de un mal árbitro español clasifica a Italia.

Las arbitrariedades o injusticia de un mal árbitro italiano desclasifica a España.

El último partido de octavos, España – Francia, dio el segundo clasificado subcampeón de su grupo (en todos los otros cruces, seis, de campeón contra subcampeón de grupo había ganado siempre el campeón). Y además lo hacía de una forma muy poco científica, muy poco exacta, muy poco justa, muy poco ética.

Esta selección española, como yo mismo, adolece de ir siempre desnuda con la verdad (ingenuidad juvenil) y el optimismo por delante. Por esto, como yo mismo, había despertado tantas ilusiones y expectativas. Pero en el fútbol, por esto me gusta tan poco, como en la política bushista, israelí o pepera, en demasiadas ocasiones, gana el juego sucio, el engaño. El día anterior ya se había clasificado Italia por un penalti totalmente inexistente e injusto pitado por un malísimo árbitro español en el tiempo de descuento contra Australia. Efectivamente, el jugador australiano estaba caído en el área y el jugador italiano va a buscar el cuerpo del jugador caído para simular la zancadilla, que no se produce con ninguna pierna o brazo en movimiento intencional y sí con un cuerpo totalmente inmóvil. Y no era ésta la primera vez que Italia ganaba un partido de un mundial por estratagemas de perro viejo.

Y Francia, que hasta hace treinta años no era nadie en el mundo del fútbol, no desmerece nada de Italia para ganar utilizando estas argucias. En este mundial se cruzaba con España, primera de su grupo, con 9 puntos de 9 posibles 8 goles a favor, 1 en contra, mientras ella se había clasificado empatando los dos primeros partidos y ganando en las postrimerías a Togo por un único gol. Todos los medios daban a España como favorita con mucha diferencia, parecía que íbamos a ganar, con holgura, sin bajar del autobús, aunque había tres factores muy preocupantes, la bisoñez de nuestra selección frente a la veteranía de Francia, Francia siempre nos ha ganado en partido oficial, la definición que hacía de nuestra selección el técnico francés: “España, una selección que juega muy bien, pero que nunca ha ganado nada importante”. El primer gol francés ya fue un gol de astucia de perro viejo: Henry estaba en su quinto fuera de juego muy evidente (como en los cuatro precedentes) lo que confió a la defensa española, pero el pase al hueco iba dirigido a la parte opuesta de donde estaba Henry y allá pudo intervenir, sin oposición y sin fuera de juego, Ribery, quien tras driblar a Casillas marcaba el empate. Pero donde Francia, Henry, Domenech y Zidane fraguaron su victoria fue en la jugada precedente, y consecuente ejecución, al segundo gol: Henry carga fuertemente, por detrás, a Pujol a quien tira al suelo, al tiempo que el mismo se proyecta hacia atrás simulando haber recibido un impacto en la cara, el técnico hace unos aspavientos extraordinarios (hacía unos minutos Luis había hecho lo propio por un manotazo, este real, recibido por un jugador español de otro francés), el árbitro, nunca sabremos si engañado o aprovechando el engaño, pita una falta totalmente inexistente a un supersorprendido Pujol y le muestra tarjeta amarilla. La ejecución de esta falta por parte de Zidane suponía el segundo gol a poco más de cinco minutos del final. Zidane no tuvo la caballerosidad esperada de decir al árbitro que la falta era en contra de Francia y no a su favor y aprovechó la circunstancia del juego sucio de perro viejo de su selección, Henry y Domenech. La selección astuta, con juego sucio, se clasificaba y la joven entusiasta e ingenua se despedía del mundial. Italia y Francia no merecen continuar en el mundial, pero continúan. Como continúa, con todo merecimiento, Ucrania, a quien España ganó, en su primer partido, por 4 a 0. Por ilógico, muchas veces, y por injusto favorecedor del juego sucio, muchas otras, no me gusta el fútbol, ni la política. Aunque esta vez, como en la política, habíamos empezado con mucha fe e ilusión.

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    Comentarios

    Solo es un juego

    Miguel | 28/06/2006, 08:53

    Están haciendo de un juego una hecatombe, es lógico que los jugadores estén tristes, pero nos hubiesen subido el sueldo si se hubiese ganado o acaso pagariamos menos impuestos.
     
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