fabian | 02 Gener, 2006 16:08
A veces pienso que en nuestra sociedad, tan progresista, la palabra "libertad" va relacionada con "prohibición y pérdida de libertades". Así se presume hoy de "espacio libre de humos" que se traduce en "prohibido fumar". Es el juego del lenguaje, de darle la vuelta a las palabras, de engañar con ellas. Además es poner en las cosas lo que es privativo de las personas: "espacio libre", como si los espacios pudieran tener el don de la libertad. Se da a los espacios, a las cosas, la libertad que se quita a las personas. Los espacios se han de librar de las personas que fuman porque éstas ensucian, contaminan, apestan... Es el discurso oficial, monolítico en los servidores del poder. Mientras, en los hospitales por ejemplo, donde la prohibición hace ya años que reina, aparecen pequeños, escondidos e inhóspitos lugares llenos de colillas en los que, además de humos, posiblemente guarden también los ecos de poemas y filosofías de los proscritos.
Pajes reales anuncian la próxima llegada de los Reyes de Oriente
Año nuevo y valses. Liturgias y ritos de transición temporal. Tal vez en las liturgias personales de un nuevo año de vida esté el apagar las velas de una tarta. En este tránsito colectivo, aquí en España, comemos uvas. Una por segundo, veloz carrera. Margarita y yo miramos la tele al tiempo que nos consentimos trampas : ¿diez segundos por uva? Rituales desprovistos de sentido. Para contar el tiempo son necesarios estos hitos, estas marcas que señalan un punto fijo desde el que contar, punto cero artificioso de una rotación terráquea no artificial. Punto cero que anegamos con múltiples supersticiones y supercherías. Punto cero de un año que sólo contamos una parte de los seres humanos que vivimos sobre este planeta ya que otras civilizaciones hay que cuentan con distintos calendarios y parámetros diferentes a los nuestros.
Así que, cumplido el ritual de las uvas, habiendo cenado bien, pasamos las primeras horas de este nuevo año en los brazos de Morfeo. Bienvenido el año nuevo cuando se duerme bien y en casa. Luego la mañana se vistió de valses. Rito agradable, distinto todos los años. Vueltas, giros. Obras poco frecuentes las de este año, como este "Vals de las lagunas". Al ritmo de la danza se prepara la mesa: copas, platos, cubiertos, mientras que del horno y fogones emanan suculentos aromas. Año nuevo: dormir y comer bien; buena vida, alegría, optimismo y buena música. ¡Ojalá fuera posible para toda la humanidad!
Cavallets
Por las mañanas, paseos. El sábado había una commemoración en Palma: la Festa de l'Estandard. Asistimos los dos y escuchamos La Colcada de Pere d'Alcàntara Penya. La luz de estos días es hermosa, no produce oscuras sombras; aún los árboles no han perdido sus hojas y es mucha la gente que transita de comercio en comercio. Pero los festivos presentan otro aspecto. Calles vacías y sin tráfico; todo cerrado, comercios y bares. La ciudad es distinta, algo fantasmagórica, sin vida.
Un día, ¿el viernes?, al pasar junto al Ayuntamiento unos pajes anunciaban a los niños de Palma la pronta venida de Sus Majestades al tiempo que les recordaban la conveniencia de enviar la carta con sus deseos. Vestiduras estrafalarias y coloridas. Ciudad de antiguas costumbres. Ritos que perduran año tras año. Nuevo y viejo a la vez. ¡Que dure muchos años más!
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