fabian | 04 Maig, 2006 18:56
Día destemplado. Por la mañana, al amanecer, he salido de casa en camisa, tal como en días pasados. Si hacía fresco entonces no lo he notado; pero sí horas más tarde, en que corrientes de aire frío recorrían el instituto mientras llovía. Además, tenía guardia de patio. Así que siento un día destemplado y busco algo de calor. Me he tapado con un jersey e incluso encendería la estufa más como deseo que como necesidad.
La cuestión climática se ha extendido al espíritu y pensaba no escribir absolutamente nada hoy; pero luego, con la música, mi imaginación ha volado hacia una húmeda Venecia de comienzos del siglo XVIII, donde un hombre pelirrojo - il patre rosso - encamina sus pasos hacia un hospicio femenino. Allí da clases de música pues una enfermedad le impidió dedicarse al sacerdocio. Niñas sin padres que cada año dan un concierto a las autoridades que sufragan los gastos.
De la colección Despuig en el Castillo de Bellver
La música instrumental tuvo que desligarse en los siglos XVI y XVII de la música vocal, predominante en el Renacimiento. Y no fue que no se cuidara durante esos siglos que nombramos como Barroco, ya que en ellos nació la ópera y se cuidaron muchas formas vocales - la obra de Bach es un ejemplo de ello -; pero fue entonces cuando la música sólo instrumental adquirió valor por sí misma. Se le dio el nombre de sonata, de "sonar", hacer sonar los instrumentos.
Uno de los caminos que tomó la sonata estuvo relacionado con las danzas del momento. Siempre se alternaba una danza rápida y una lenta. Gigas, chaconas, zarabandas ... Formaban una "suite de danzas" y la sonata derivada de ellas fue la sonata da camara que, al principio estaba formada por seis o siete danzas y que, al cabo del tiempo, quedó en cuatro danzas o movimientos. Han quedado muchas "sonatas da camara", preciosas y emocionantes.
Pero las iglesias exigieron otro tipo de música no basada en las danzas. Son las que llamamos sonatas da chiesa. Son tres movimientos, siendo el lento el central. Música más abstracta y compleja que, a la larga, fue la que más ha dado fruto. Se transformó en "concerto" cuando se compuso para instrumento solista acompañado de orquesta, y desde ella, desde la "sonata da chiesa", surgiría lo que hoy denominamos "música clásica".
Pienso yo que muchas veces los avances se dan no desde una "liberación" sino desde una exigencia, desde una inhibición o prohibición. Que la música no fuera bailable o danzable, dio lugar a que tuviera una mayor abstracción - mayor liberación -. No tenía que seguir las formas de la suite de danzas; música más "difícil", no apegada al movimiento corporal...
En una húmeda Venecia - tal como la tarde de hoy -, Vivaldi ensayaba con las niñas del hospicio sus conciertos y sonatas. Posiblemente hubiera querido estar en Roma estrenando alguna de sus óperas, que eran realmente con las que ganaba dinero. Ganó mucho y murió pobre, en la miseria. Las niñas, aunque tocaban como ángeles, le importunaban. Muchos músicos tuvieron que dar clases a niños. Éstos se burlaban de Juan Sebastián Bach, quien no hubiera querido darles clase, pero al que las necesidades económicas se lo exigían ...
Llueve y hace fresco, casi frío. Mi pensamiento ha volado con la música de Vivaldi. Tres movimientos de un concierto para dos violoncelos. Optimista en los movimientos rápidos y meditabundo, como yo hoy, en este movimiento lento y melodioso añorante de otros momentos e historias.
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